martes, 27 de enero de 2015

¿PARA QUÉ LEER LITERATURA?


Andrés Felipe Sanabria Molina
Profesional en educación/Esp. Entornos virtuales de aprendizaje 

A lo largo de la historia, el hombre ha intentado, a partir de su creatividad, configurar y comprender su realidad, y para lograrlo, imagen y palabra siempre han estado presentes como referentes simbólicos a la hora de establecer procesos de formación y transformación de la cultura. Giraldo (2007). Es en este aspecto que la estética de la palabra, máxime, la estética de la literatura sea pues, plurisignificación. El canon de arte es otorgada por el grado de sensibilidad con que el lector se enfrenta a su obra, ambos sin duda con el tiempo se transforman; de ahí su valor estético, de belleza transformadora “podemos afirmar que con su contacto se ennoblecen las almas, se afina la capacidad de evaluación del espíritu, y los hombres adquieren mayores quilates al aumentar, con la literatura, su sensibilidad estética.”

Y qué decir de la vida, esa vida que nos tocó vivir, esa vida pasada, presente o futura, albergada en cada una de las líneas de infinidad de libros permeados por el tiempo. Giraldo (2007), complementa esto diciéndonos que “La creación humana, en respuesta, es elaboración y resistencia a otro ámbito ya creado. Es elaboración y resistencia a la vigencia de lo primario. Es oposición a un mundo ya dado, con el que busca confrontarte y al que busca superar.”  No en vano el mayor tratado histórico lo manejan los libros de literatura. Miles de escritores describiendo los encantos y desencantos de su época, que después el lector disfrutará, recreará, transformara… Anderson-Imbert tiene mucho sentido cuando habla en su estudio La crítica literaria y sus métodos “El escritor siente la inspiración y la vierte en palabras creando la obra literaria. El lector, por su parte, siente, percibe la intuición del autor transmitida en la obra, la hace suya, y se estremece con ella gracias al autor, que unido a él a través del tiempo y del espacio le comunica la inspiración.”

Es por esto que la pregunta sobre el por qué leer literatura cobra hoy día una importancia que trasciende los límites de la decodificación y la comprensión de la palabra escrita. La literatura es, pues, el vehículo que permite desarrollar procesos de subjetivación, de identidad, de felicidad, propios para alcanzar la emancipación. Larrosa (1995) nos dice que lo importante no es que se aprenda algo exterior, un cuerpo de conocimiento, sino que se elabore o reelabore alguna forma de relación reflexiva del sujeto consigo mismo. Así pues, la configuración de la cultura se va tejiendo en la medida en que se fortalecen los procesos internos de los sujetos de la que hace parte, y en esto la literatura es fundamental, ya que ella contiene la esencia de los procesos de representación de la condición humana. 


Vargas Llosa (2010), no dice que gracias a la literatura, y a las humanidades, la sociedad es menos cruel. “Al igual que escribir, leer es protestar contra las insuficiencias de la vida, inventamos las ficciones para poder vivir, de alguna manera las muchas vidas que quisiéramos tener cuándo apenas disponemos de una sola”.  Leer abre la mente, los poros, los ojos, la conciencia, las diversas posibilidades del vivir, y es allí en que la huella de la lectura marca al lector con profunda perpetuidad reconfigurándose cada vez, autointerpretándose con cada lectura que pasa. Larrosa (1994).  Pizarnick, en uno de sus versos propone que las palabras no hacen el amor/, hacen la ausencia. / ¿Si digo pan comeré? / ¿Si digo agua beberé?/ ¿De dónde nace esta conspiración de invisibilidades? Sí, la literatura es la belleza y la estética del vacío, de la letra atorada en la garganta, del adjetivo calificativo que aún no se ha inventado para poder nombrarla con altura, necesidad vital que nos define, nos marca, nos traza el devenir de nuestras acciones, puente, horizonte y camino hacia la evasión de lo negativo, es libertad y resistencia contra la violencia que a diario nos habita.