martes, 3 de febrero de 2015

ESCUELA, LECTURA Y LITERATURA: ESPACIOS DE FORMACIÓN O DEFORMACIÓN DE UNA VIOLENCIA PEDAGÓGICA:


 Por: Andrés Felipe Sanabria Molina
Profesional en educación/Esp. Entornos virtuales de Aprendizaje.  


  1. De la violencia en la escuela.

El aula de clase tiende a pensarse solamente como el espacio donde tiene lugar la relación pedagógica, entendida ésta desde el ángulo donde hay una instrucción impartida que da lugar a la generación de conocimiento. Pero un aula escolar es mucho más que eso, es un universo complejo donde entran a confluir otros aspectos de la vida de los alumnos, maestros, los padres de familia y demás sujetos actantes dentro del mismo ambiente. En el aula se manejan esferas de autoridad, de (mal manejada) disciplina constante,  y un sistema a veces arbitrario de justicia que hacen del espacio escolar una representación a menor escala del sistema social de nuestro país, en ella la palabra se convierte en eje transmisor de una cadena irrisoria de valores que intentan generar engranajes de convivencia social.

Pero esta construcción débil de valores sinsentido, y de acomodación amañada de las esferas de disciplina justicia y autoridad, desemboca en su mayoría y tristemente en la generación de espacios de violencia no sólo entre estudiantes, sino también entre educadores contra estudiantes, entre padres de familia contra educadores y es allí, en estos mecanismos de interacción,  donde las esferas de lo social convergen como entes generadores de conflicto obstaculizando el sano desarrollo de convivencia escolar.
Infortunadamente la violencia en todas sus manifestaciones es la gran reina del sistema educativo. Ella se ve reflejada en el aula cuando la humillación, el escarnio estudiantil,  y el modelo represivo permean los procesos de enseñanza y aprendizaje. Esto puede sonar un poco exagerado pero no dista mucho de la realidad, vivimos en una sociedad donde impera la ley del más fuerte, ley que en este momento no discrimina si es escuela, familia, lugar de trabajo y demás espacios de interacción y formación. Me acuerdo cuando cursaba el grado décimo que el profesor de filosofía al ver que no había realizado la tarea, me dijo que para lo único que serviría sería para sacar piedras del río, creo que nunca voy a olvidar esa frase, es más hasta le atribuyo mi ejercicio de docencia.

Siguiendo entonces, identifico que hay violencia cuando la respuesta del profesor hacia el alumno es intimidatoria y humillante. Hay violencia cuando el respeto entre compañeros desaparece. Hay violencia cuando los padres de familia castigan severamente a su hijo por haber perdido un examen cuando ellos no han hecho ningún acompañamiento, hay violencia cuando le recortan el presupuesto a la educación pública para invertir en el ejército, pero además lo realmente grave ocurre cuando el profesor es mediocre, carente de estrategias de dominio de grupo y no ve otra forma de impartir su saber más que con las consabidas manifestaciones de violencia, el regaño como estrategia de enseñanza, convirtiéndola así no sólo en la gran reina del sistema escolar sino en un modelo pedagógico.

En esta medida el maestro se convierte en principal protagonista del universo escolar y así mismo, de la violencia que se da en la escuela. Tradicionalmente se ha entendido la violencia escolar como el castigo físico que el maestro lleva a cabo sobre sus alumnos. Pero la violencia que el maestro ejerce, es más compleja y sutil que la meramente física. Así mismo hay que mirar la violencia que recibe el maestro dentro y fuera de la escuela. El maestro también es víctima generada por los alumnos colegas y superiores. La ley del más fuerte aplicada a un maestro que tiene que abrirse paso ante colegas cansados, que llevan años y años en la escuela y no permiten entrada a nuevos profesores, nuevas vanguardias, educadores del menor esfuerzo que amenazan educadores renovados con ganas de hacer cosas pero con muy pocos aliados.

Desde esta perspectiva el aula aparece como un mundo peligroso para niños y jóvenes en formación, podrían justificarse las grandes deserciones escolares con esta teoría, y toda repercusión violenta en el entorno del niño y el joven se hace de igual forma significativa. Yo soy en la medida en que el otro me reconoce. Y la solución a esto siempre se ha pensado por la vía del currículo la asignación de materias cuyos contenidos son planos y en algunos casos de discurso censurado.

Encontramos así instituciones donde la respuesta a los altos índices de maternidad juvenil es generar una signatura llamada sexualidad y salud donde no se puede hablar de sexo abiertamente, y la mayoría de los ejercicios de formación parten de la biblia, y qué decir de temas como la participación democrática, el medio ambiente, de la simple pero utópica posibilidad de liberarle la palabra al estudiante.

Este problema educativo cada vez tiene más relación con los modelos utilizados en las prisiones de máxima seguridad. Existen relaciones estremecedoramente cercanas:
El hacinamiento impera en los establecimientos penales de Colombia. Colombia tiene 174 cárceles y las estadísticas indican que dichos centros de reclusión tienen una capacidad para 50 mil presos, pero en la actualidad la población carcelaria es de 75 mil presos en total. Lo que se traduce en un hacinamiento del 200% en cárceles de diferentes ciudades.

A esto hay que sumar las malas condiciones de la estructura física de las cárceles, pues muchas de ellas son edificaciones que datan de hace 70 años y presentan serias deficiencias como humedad, daños en paredes y pisos, deterioro de sistemas eléctricos, entre otros.[1]

Según un informe presentado por la procuraduría general de la nación, en las instituciones educativas de Santa Inés, John F. Kennedy y Colegio Agua Bonita se evidenció hacinamiento de los alumnos por falta de aulas de clase; la Concentración John f. Kennedy tiene escasez de pupitres, deterioro de pintura en las instalaciones, existen goteras, inseguridad e inundaciones y la I.E.D. de Santa Inés no tiene suficientes baños para la población estudiantil de 969 alumnos y los que existen se encuentran en mal estado y descuidados por falta de mantenimiento.[2]

Michael Faucault en vigilar y castigar nos ilustra más la relación entre el grueso de las instituciones educativas y el grueso de las prisiones: La prisión debe ser un aparato disciplinario exhaustivo. En varios sentidos debe ocuparse de todos los aspectos del individuo, de su educación física, de su actitud moral, de sus disposiciones… Además la prisión no tiene exterior ni vacío, no se interrumpe, excepto una vez apenas acabada su tarea; su acción sobre el individuo debe ser interrumpida: disciplina incesante. En fin un poder casi total sobre los detenidos; tiene sus mecanismos internos de represión y de castigo. [3]

En Neiva encontré una institución educativa de carácter privado donde el rector se enorgullecía de su nuevo dispositivo de cámaras de seguridad que instaló en cada una de las aulas de clase, monitoreado desde la rectoría en enlace con el puesto de vigilancia. En la localidad de San Cristóbal, al sur de  Bogotá realicé un taller de animación a la lectura para 400 estudiantes aproximadamente de un colegio que quedaba en un sótano, carecía de iluminación natural, tanto las paredes como sus pupitres eran de color café, en realidad un espacio muy deprimente. En Medellín Antioquia conocí un colegio cerrado en concreto reforzado por temor a las balas perdidas. Los estudiantes jugaban a identificar el calibre de las balas cada vez que sonaba un arma de fuego.

 Después de este breve panorama vale la pena hacernos la siguiente pregunta ¿Qué clase de sujetos está formando la escuela? A veces pareciera olvidar su responsabilidad en los procesos de transformación ciudadana. En efecto, en la escuela se viven hechos que van más allá como lo he venido diciendo, de la acumulación de contenidos académicos, de nada sirve tener graduandos con altos niveles académicos, si son jóvenes tristes, prepotentes, silenciosos, violentos, suicidas…   La escuela debería trascender hacia el aprendizaje de saber vivir y disfrutar la vida; es decir, la valoración real del concepto de sociedad y democracia.

Ahora bien, dos paradigmas escolares son de vital importancia en la comprensión de la violencia escolar; la formación de los valores relacionados con la tolerancia social, la convivencia social, el respeto a la diferencia y la capacidad de resolución de conflictos por medio de la palabra.

El segundo paradigma va en la línea de la justicia dentro del universo escolar, materia prima para la resolución de conflictos. El problema está en que estos dos paradigmas son débiles en los procesos educativos, que el concepto de tolerancia hace parte del currículo y se ve como signatura, no como eje transversal significante en la formación de sujetos; hay que recordar así que una escuela violenta es el reflejo de una sociedad violenta.

Frente a esta violencia escolar se abren caminos pedagógicos: uno de los precursores de la nueva revolución pedagógica es Paulo Freire. Freire en su pedagogía de la autonomía propone una educación vista no sólo desde un método pedagógico o una actitud en el acto de enseñar y de aprender, sino que se constituyen en una verdadera exigencia de la propia naturaleza del acto pedagógico. Es decir, la posibilidad de trabajar con varias disciplinas al mismo tiempo: la etnografía, la teoría literaria, la filosofía, la política, la economía, la sociología, etc.

La educación según Freire no es acumular conocimientos, informaciones o datos. Educar implica cambio de actitudes, saber pensar y no sólo asimilar contenidos escolares del saber llamado “universal”. Educar  es establecer relaciones, (Piaget, y Paulo Freire) y además: saber es crear vínculos. Saber en educación es cambiar de forma, porque la forma es el contenido. Sólo muy recientemente los pedagogistas consiguieron entender esa nueva visión de la educación cuando discutieron acerca de la educación del futuro entendida desde grandes pilares: aprender a aprender, aprender a hacer, aprender a vivir juntos, aprender a ser.[4] Los especialistas en educación reconocieron que educar es crear vínculos y no decorar contenidos.

  1. Lectura y literatura en la escuela:

En medio de estas y muchas otras tribulaciones que afectan a la escuela, los procesos de formación de lectores se abren paso como horizonte y camino en la construcción de una sociedad ideal, justa, democrática. La lectura al igual que la escuela debe ir más allá de tecnicismos enarbolados por regulares interpretaciones del canon.

En esta misma línea los procesos de lectura apuntan a la formación no sólo de un sujeto académicamente aceptable sino también a la posibilidad que asimilen la educación como una educación para la vida, construida desde la vida misma en comunidad de aprendizaje, que atraviese los lindes del campo académico, hasta traspasar las otras instancias de formación que a veces se olvida en dicha comunidad. Es decir la familia como referente principal del aprendizaje, el entorno en que se desenvuelve, como enfoque de desarrollo de la personalidad, la cultura y la aplicabilidad de los valores como principio de interacción social, respetando, asimilando y reconociendo que en el otro puede aprender, comprender y reconocerse como sujeto actante capaz de contribuir a procesos de transformación social. 

Esta perspectiva lo plantea muy bien los lineamientos curriculares de educación y democracia: “El aprendizaje de la ciudadanía más que un discurso debe ser una vivencia surgida de la experiencia escolar. Dicho de otra manera la democracia es una forma de vivir que se asume viviéndola,” así mismo “En los enfoques curriculares para el siglo XXI”, Rafael Rodríguez, plantea la propuesta de formación como un engranaje sincronizado que funciona solo si la propuesta curricular tiene bases sólidas soportadas por los fines y objetivos, la investigación, los recursos didácticos, y la comunidad educativa[5]

La lectura está ligada de manera inconsciente con la vida de los sujetos, queramos o no aceptarlo, somos el resultado del cúmulo de lo que hemos interpretado del mundo, de lo que hemos visto, vivido, leído. En esa medida es que el futuro de cada sujeto se ramifica y toma rumbos diferentes. Antes de iniciar cualquier proceso de lectura es de vital importancia plantearle la necesidad al estudiante del por qué hacerlo.

Bruno Bettelheim en su libro aprender a leer nos dice que “El motivo por el cual los educadores restringen las reacciones espontáneas de los niños a lo que leen, haciendo así que la lectura les resulte aburrida, es el deseo imperioso de que se concentren exclusivamente en descifrar. Es éste el resultado de una concentración estúpida en el reconocimiento de las palabras a expensas de la atención a su significado y refleja el convencimiento de que el hecho de interesarse por el significado distraería a los niños y les impediría descifrar correctamente. Pero, de hecho, la verdad es otra: la búsqueda de significado o el interés por él, es el único motivo verdadero para aprender a leer.”[6]

Es por esto que los procesos de formación de lectores permiten contribuir a la reivindicación del interés por la lectura de textos literarios tanto en la escuela como fuera de ella. Se pretende a su vez desarrollar mecanismos de comprensión y análisis encaminados a un encuentro activo entre el lector y el texto esperando de esta forma elevar los niveles de interpretación, inferencia, y goce a través de encuentros lúdicos que posibiliten lectura y conversación a partir del reconocimiento del otro, con lo otro y la visión del mundo que lo rodea.

Paralelo a esto, es importante sensibilizar al docente respecto a la importancia de la literatura dentro de los procesos de formación del estudiante, como columna vertebral el eje referido a los procesos culturales y estéticos asociados al lenguaje que encontramos en los lineamientos curriculares de lengua castellana, donde nos dicen acerca de la relevancia de tres aspectos fundamentales en el estudio de la literatura:

La literatura como representación de la cultura y suscitación de lo estético.

La literatura como lugar de convergencia de las manifestaciones humanas, de la ciencia y de las otras artes.

La literatura como ámbito testimonial en el que se identifican tendencias, rasgos de la oralidad, momentos históricos, autores y obras.

Es innegable que el desarrollo de procesos de lectura de textos literarios debe abordar estos tres elementos, pero partiendo de la realidad inmediata, nos encontramos ante un problema que aqueja día a día al grueso de las instituciones educativas tanto públicas como privadas:

Los niños y jóvenes cada vez son más reacios a la lectura de la palabra escrita, evidenciando a su vez una aversión cuando se ven sometidos al análisis de los textos literarios. Otra de las fallas actuales en los procesos educativos, consiste en el silenciamiento forzado de los estudiantes. Al parecer la escuela ha olvidado que los buenos procesos de lectura construyen sujetos críticos con capacidad de argumentar sus ideas ante los demás.

Para llegar a esto es necesario que el educador se plantee interrogantes que lo conlleven a autoevaluarse, es decir que si un educador es consciente de su responsabilidad en la formación de lectores necesariamente tiene que plantearse inicialmente el interrogante del ¿Cómo fue mi proceso de lectura?

Seguramente en la mayoría de nosotros el proceso de adquisición de la palabra escrita fue doloroso, con base en repeticiones de fonemas hasta la conformación de oraciones simples leídas en voz alta que nos sugería la cartilla de Nacho Lee, y así sin querer y de forma inconsciente va empezando la cadena de aversiones que desemboca en el desencanto y en la mayoría de los casos la fobia y el abandono de la lectura. Es en este punto donde descentrar los conceptos de literatura, lectura, escritura, lenguaje y oralidad son fundamentales para la configuración de una buena estrategia lúdica que facilite el proceso de formación de lectores, porque y esto es claro, un educador que no le guste leer, promoviendo la lectura es un generador de aversiones, en otras palabras uno no puede dar de lo que no tiene.

Es importante entender primero que el momento de la lectura se da solo cuando el sujeto se enfrenta a un texto con el fin de obtener una información determinada. Es por esto que el centro de la promoción de la literatura es la lectura, cuyo proceso es lento, jamás inmediatista, descubrir los sentidos y las significaciones habitadas en el texto, en una tarea de interrelaciones con su contenido pero también con un sentido estético, afectuoso, lúdico.

Al parecer es en este Binomio lectura-literatura punto álgido, que en los primeros grados de escolaridad parece encontrarse que la literatura se le presenta al niño como una estrategia didáctica del docente para desarrollar procesos de adquisición de la misma, es decir,  la literatura entendida no como fin sino como medio o mecanismo a utilizar en los procesos de descodificación de la palabra escrita, sin ningún tipo de fondo, y por el otro lado se evidencia ya un componente ortodoxo en la básica secundaria que pretende una asimilación científica de textos literarios que al parecer no son significativos para los estudiantes, generándoles en este un desencanto creciente. 

  1. Acerca de los clásicos:  

Fernando Vásquez Rodríguez en su texto Alicia en el País de las didácticas expresa claramente su posición alrededor de la formación de lectores a partir de textos canónicos argumentando que:

El canon direcciona el aprender y evita gastar una cantidad de tiempo en producciones la mayoría de las veces liviana o con poco trasfondo.

El canon permite que el estudiante conozca de primera mano Ciertos hitos referentes de la invención humana que no solo son mojones de la literatura sino de toda la cultura.[7]

Si pensamos que la literatura permite a su vez ejes de transformación ciudadana, lectores con capacidad de crítica, sensibles frente al mundo, si pensamos que estos mecanismos pueden contribuir de igual manera a la disminución de espacios violentos en el aula entonces ¿cuáles son esos libros que posibilitan trazar ese horizonte? La literatura es infinita, plurisignificativa, trae consigo misterios milenarios de la humanidad que aún no se han podido resolver, es la fuente inagotable que protege a la historia y como ya lo he venido enunciando transforma. Últimamente he venido repensando el tema de la lectura de los clásicos en la escuela. Antes pensaba que los clásicos no formaban lectores, pero ahora siento que es diferente. No es la literatura, es la selección de acuerdo al nivel de lectura propio de los estudiantes, porque en mi recorrido como promotor de lectura me ha permitido discernir  que escritores como James, Mauppasant, Poe, Stevenson, Dickens, Collodi, Exupery, Quiroga, Chejov, Kafka, Baudelaire, y por supuesto Grimm, Andersen, Hawthorne, Calvino, Verne, Shelley y qué decir de toda nuestra riqueza mitológica…surten en el estudiante, de la mano de la lectura en voz alta una suerte de encantamiento, y por ahí es que se empieza, entendiendo que si logro transmitir mi pasión de lo que leo de lo que me gusta, el otro como si fuera un virus comienza a contagiarse, pero esto, a su vez no es fácil, pues el puente se tiene que construir en ambos sentidos, es decir lo que me gusta,  tiene que ir en el mismo sentido de las necesidades lectoras del estudiante y no pasar por alto este hecho.

  1. De la propuesta de formación de lectores

Ahora, también es cierto que no hay una herramienta didáctica infalible para formar lectores, la construcción se da en la medida en que el docente vaya viendo las respuestas de los estudiantes pero como punto de partida es necesario tener algunas consideraciones que facilitarían a la selección de las herramientas adecuadas:

El primer principio que es necesario tener en cuenta para la formación de lectores es no fragmentar el texto ni el proceso lector, para no caer en la ilusión de que al desarrollar destrezas aisladas en el lector, éste las integre en su proceso de lectura.

Dentro del plan de estudios es importante contemplar la visita a las bibliotecas y centros de información comunitaria con el fin de complementar los temas abordados en clase.

Es necesario implementar estrategias pedagógicas antes, durante y después de este. Las actividades antes y durante pretenden focalizar en los niños la atención, despertar su interés, activar el conocimiento previo, movilizar los procesos imaginativos y creativos, y promover la predicción.

Desde el mismo título del texto y de sus imágenes, se puede invitar a los niños a escribir o hablar sobre el posible contenido del texto.

Otra actividad es la de leer pequeños comentarios sobre el texto, por ejemplo reseñas; además se pueden presentar videos alusivos al tema de la lectura.
En las actividades durante la lectura es recomendable suspender ésta e invitar al niño a predecir en forma verbal o por escrito el final del texto.

Tomar conciencia del propio proceso de lectura de manera que el lector pueda supervisar y controlar su interacción con el texto, darse cuenta qué partes no comprende y por qué y además saber cómo resolver estas dificultades.

Transversalizar las actividades a partir de dimensiones del sujeto tales como: dimensión del yo, del tú, del núcleo familiar, de la historia, del arte y de los elementos multimediales, permite la construcción de saberes y diálogos de tolerancia, convivencia y formación entre todos los actantes de la comunidad educativa.

Dimensión del yo: Permite que el estudiante se reconozca como sujeto inmerso dentro de un modelo social.
Dimensión de la otredad: El reconocimiento del otro para la construcción del ser y del saber.
Dimensión del núcleo familiar: Integra a la familia en los espacios de formación de lectores generando procesos de sensibilización y conversación.
Dimensión de la historia: Genera en el estudiante conciencia de que él hace parte de la historia, que antes de él muchos personajes contribuyeron en la mejoría o el deterioro de lo que contemporáneamente el estudiante está viviendo, y reconoce la responsabilidad a futuro del papel que le corresponde interpretar.
Dimensión artística: desarrolla aspectos de sensibilidad en el estudiante, identificando las múltiples perspectivas con que se pueden ver las cosas.
Dimensión multimedial: Potencia el espíritu de investigación en el estudiante, a partir del acceso fácil libre e infinito que propone la red, haciendo necesario y ahora imprescindible hablar de lecturas transversales, es decir que el alumno a partir de la mano del docente tenga la posibilidad de investigar y leer en otros formatos el tema principal que pueda abordar la clase, esto le posibilitará aprender dentro de su entorno cultural.

Seleccionar obras que tengan calidad literaria, entendiendo esto como:
ü  Obras que tengan buen desarrollo del tiempo y del espacio.
ü  Obras que tengan un equilibrio entre el texto presentado y la ilustración.
ü  Obras que tengan buen lenguaje poético.
ü  Obras que tengan personajes definidos con características físicas y psicológicas que permitan luego una conversación al respecto.

La evaluación determina el éxito o no del proceso ya que esta concluye si se logró o no los objetivos propuestos de los procesos de lectura, para esto se hará un seguimiento a cada uno de los estudiantes capturando intereses, motivaciones y debilidades con el fin de reforzar aquello en lo que falla y para así poder elevar los niveles de comprensión y gusto de los mismos. También se les pedirá a los estudiantes que evalúen los materiales de lectura propuestos y la metodología del docente para así realizar procesos evaluativos mutuos que conlleven a la crítica y a otros procesos de tolerancia y respeto. 

  1. Evaluación como investigación

Al utilizar el término investigación nos estamos refiriendo a la existencia de un proceso, sistemático y continuo, en el cual se recoge información que es utilizada para reorientar, validar o invalidar estrategias, prácticas, instrumentos, tipos de interacción. La evaluación es una ventana a través de la cual se observa el rumbo que están tomando los procesos, o el estado en que se encuentran dichos procesos.

La evaluación es un componente más del proceso global, proceso complejo en el que ningún elemento es funcional en forma aislada, por esta razón, abordamos el problema de la evaluación pensándola siempre como componente que está referido a otros elementos, teniendo como eje de trabajo la idea de complejidad.

El docente debe contar con una visión integral sobre la educación y sobre la función de la evaluación. De esta manera la información que arroja el acto evaluativo le permite reflexionar sobre la forma como están desarrollando los procesos con el fin de realizar reorientaciones o cambios radicales. Tanto para el docente como para el estudiante, la evaluación, como proceso integral, debe ser sistemática y continua. En este proceso, el seguimiento juega un papel central.

Por parte del estudiante, el seguimiento le permite ganar conciencia sobre la complejidad de los procesos educativos, sobre los avances y dificultades en los que intervienen, y debe realizar monitoreo de sus acciones.

  VI.        Conclusión

Identificar qué clase de sujetos y qué clase de lectores está formando la escuela, es vital para generar propuestas que disminuyan los espacios de violencia escolar, y para lograrlo es necesario trabajar con todos  los sujetos actantes de la comunidad educativa generando procesos de transversalización de la lectura de textos literarios a partir de las dimensiones propuestas, en comunidad de aprendizaje, para lograr así un modelo ideal de escuela, que forme sujetos críticos, sensibles frente al mundo, con consciencia social, es decir el restablecimiento de la condición real de ser ciudadano.
  
  1. Bibliografía

Lineamientos generales de procesos curriculares: hacia la construcción de comunidades educativas autónomas. Bogotá Colombia. Magisterio, 2008

Lengua castellana: Lineamientos curriculares. Ministerio de Educación Nacional. Santa Fé de Bogotá Colombia, 1998

Lineamientos curriculares Constitución Política y Democracia y Educación Etica y Valores Humanos, Ministerio de Educación Nacional. Bogotá, 1998.         

Teorías e instituciones contemporáneas de la educación, Colom, Antonio J. Editorial Ariel. Barcelona, 2005.

Pedagogía y vocación ética de la literatura. Alfonso Cárdenas Páez. Revista Educación y Pedagogía. Vol. 14, Nº. 32, 2002.  págs. 121-133

Literatura y didáctica de la demostración. González O. Santiago Gómez L. Diana Grupo interdisciplinario “Lectura, escritura y conocimiento”. Universidad del Tolima. Ibagué.

Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión. Foucault, M. Siglo Veintiuno. Madrid 2005

Enfoques curriculares para el siglo XXI. Rodríguez Rodríguez, Rafael. Artículo de Revista. Parte de  Educación y Cultura / FECODE. No.30 Jul 1993. Page(s) 13-23.

Pedagogía de la autonomía. Freire Paulo. Paz e Terra S.A. Sao Paulo 2004

Aprender a leer. Bettelheim, Bruno y Zelan, Karen. Ed Crítica. Colección biblioteca de bolsillo. Barcelona, 2001

La didáctica de la literatura: Estado de la discusión en Colombia. Vásquez Rodríguez, Fernando. 1955. Seminario y Coloquio sobre Didácticas de las Lenguas y la Literatura. Cali, Colombia. Universidad del Valle, 2005.


[2] Tomado de informe de auditoría general con enfoque integral, procuraduría general de la nación Bogotá Colombia, www.contraloriagen.gov.co/c/document_library/
[3] Foucault, M. (2005). Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión. (A. G. Camino, Trad.)
Madrid: Siglo Veintiuno.
[4] Freire Paulo. Paz e Terra S.A. Sao Paulo 2004
[5] Artículo de Revista. Parte de  Educación y Cultura / FECODE. No.30 Jul 1993. Page(s) 13-23.
[6] Aprender a leer. Bettelheim, Bruno y Zelan, Karen. Ed Crítica.
[7] Seminario y Coloquio sobre Didácticas de las Lenguas y la Literatura. Cali, Colombia. Universidad del Valle, 2005.

martes, 27 de enero de 2015

¿PARA QUÉ LEER LITERATURA?


Andrés Felipe Sanabria Molina
Profesional en educación/Esp. Entornos virtuales de aprendizaje 

A lo largo de la historia, el hombre ha intentado, a partir de su creatividad, configurar y comprender su realidad, y para lograrlo, imagen y palabra siempre han estado presentes como referentes simbólicos a la hora de establecer procesos de formación y transformación de la cultura. Giraldo (2007). Es en este aspecto que la estética de la palabra, máxime, la estética de la literatura sea pues, plurisignificación. El canon de arte es otorgada por el grado de sensibilidad con que el lector se enfrenta a su obra, ambos sin duda con el tiempo se transforman; de ahí su valor estético, de belleza transformadora “podemos afirmar que con su contacto se ennoblecen las almas, se afina la capacidad de evaluación del espíritu, y los hombres adquieren mayores quilates al aumentar, con la literatura, su sensibilidad estética.”

Y qué decir de la vida, esa vida que nos tocó vivir, esa vida pasada, presente o futura, albergada en cada una de las líneas de infinidad de libros permeados por el tiempo. Giraldo (2007), complementa esto diciéndonos que “La creación humana, en respuesta, es elaboración y resistencia a otro ámbito ya creado. Es elaboración y resistencia a la vigencia de lo primario. Es oposición a un mundo ya dado, con el que busca confrontarte y al que busca superar.”  No en vano el mayor tratado histórico lo manejan los libros de literatura. Miles de escritores describiendo los encantos y desencantos de su época, que después el lector disfrutará, recreará, transformara… Anderson-Imbert tiene mucho sentido cuando habla en su estudio La crítica literaria y sus métodos “El escritor siente la inspiración y la vierte en palabras creando la obra literaria. El lector, por su parte, siente, percibe la intuición del autor transmitida en la obra, la hace suya, y se estremece con ella gracias al autor, que unido a él a través del tiempo y del espacio le comunica la inspiración.”

Es por esto que la pregunta sobre el por qué leer literatura cobra hoy día una importancia que trasciende los límites de la decodificación y la comprensión de la palabra escrita. La literatura es, pues, el vehículo que permite desarrollar procesos de subjetivación, de identidad, de felicidad, propios para alcanzar la emancipación. Larrosa (1995) nos dice que lo importante no es que se aprenda algo exterior, un cuerpo de conocimiento, sino que se elabore o reelabore alguna forma de relación reflexiva del sujeto consigo mismo. Así pues, la configuración de la cultura se va tejiendo en la medida en que se fortalecen los procesos internos de los sujetos de la que hace parte, y en esto la literatura es fundamental, ya que ella contiene la esencia de los procesos de representación de la condición humana. 


Vargas Llosa (2010), no dice que gracias a la literatura, y a las humanidades, la sociedad es menos cruel. “Al igual que escribir, leer es protestar contra las insuficiencias de la vida, inventamos las ficciones para poder vivir, de alguna manera las muchas vidas que quisiéramos tener cuándo apenas disponemos de una sola”.  Leer abre la mente, los poros, los ojos, la conciencia, las diversas posibilidades del vivir, y es allí en que la huella de la lectura marca al lector con profunda perpetuidad reconfigurándose cada vez, autointerpretándose con cada lectura que pasa. Larrosa (1994).  Pizarnick, en uno de sus versos propone que las palabras no hacen el amor/, hacen la ausencia. / ¿Si digo pan comeré? / ¿Si digo agua beberé?/ ¿De dónde nace esta conspiración de invisibilidades? Sí, la literatura es la belleza y la estética del vacío, de la letra atorada en la garganta, del adjetivo calificativo que aún no se ha inventado para poder nombrarla con altura, necesidad vital que nos define, nos marca, nos traza el devenir de nuestras acciones, puente, horizonte y camino hacia la evasión de lo negativo, es libertad y resistencia contra la violencia que a diario nos habita.